domingo, 9 de diciembre de 2012

Here comes the sun


III

 -Me siento en la antigua silla que da al ordenador. Puedo sentir mis manos heladas. Irónico pero, mi sangre ya no parece si quiera querer correr . Tengo calor. Pero no siento las manos. ¿Realmente he sentido alguna vez las manos? Recojo mi oscuro pelo en una coleta mas bien despeinada. Empiezo a escribir una nueva entrada mientras con suma claridad escucho gritar lo irreal dentro de mí.-


Hoy es domingo. ¿Debería alegrarme porque es el día más bonito de la semana o debería llorar por el hecho de que mañana sea lunes? En realidad a mí no me disgustan los lunes. En realidad me disgustáis vosotros. Pero que le voy a hacer.

Ha salido el sol. Y parece querer hablar, parece querer expresarse, gritar, volar. Hoy me recuerda a mí. Pero anhelo mi querida y preciada oscuridad, anhelo la nieve cayendo lentamente del frío cielo. ¿Dónde está el invierno cuándo más lo necesito?

¿Sabéis? Son días sin rumbo. Más días perdidos los cuales llegado un tiempo determinado no recordaré. ¡O quién sabe!... Quizá sí. Estoy aprendiendo a escribir. Estoy aprendiendo a desahogarme. A hablar conmigo misma. Y he descubierto que no me viene nada mal. Sentirse sola al estar medianamente rodeada de gente es extraño y bonito al mismo tiempo. ¿Me entendéis? Yo tampoco lo hago, podéis estar tranquilos.

Bienvenido a casa. Estoy sola. Se han ido. ¿Me ayudas a escapar del surrealismo que estoy sintiendo? Tienen que desnudar mi alma para encontrarme.

Ira, furia y mucha venganza. Se palpa y puedo oler el pequeño pero intenso conjunto de esas tres cosas en el ambiente. Días en los que nada es como te esperas. Días. Días. Días...

¿Y tú realmente existes?

Ni olvido, ni perdono.


Para siempre.



No hay comentarios:

Publicar un comentario